Tercera y última entrega de la trilogía Luz, Cámara, Acción.
El está parado frente a mí, con un arma calibre 32 en la mano derecha.
Imágenes de mis hijos me vienen a la mente, y las desecho con la misma rapidez con que aparecieron. No estoy dispuesta a morirme. No acá, y no así.
Soy al mismo tiempo consciente de mi desnudez, pero no me preocupa ni un poco. El no me mira de esa forma. Para él ya estoy muerta.
-Esta vez van a saber que fuiste vos- le digo con toda la seguridad que puedo reunir.
-¿Sí? ¿Te parece? ¿Y por eso es que te dejaron ir del canal, sin largar el flash informativo? ¿Por lo concluyente de tu análisis? ¿Por la brillantez de tus conclusiones?
Cinco preguntas, una más insultante que la otra. El orgullo que este tipo siente por sí mismo es infinito, su soberbia, insoportable. Las ganas de insultarlo son enormes, pero me recuerdo que estoy desnuda, en una bañadera, y frente al lado feo de un arma.
-¿Sabés que es lo más gracioso?-me dice, con una media sonrisa que me da más asco que todo lo anterior- Que este crimen sí va a tener un culpable. Como el otro, bah. ¿Quién va a educar a tus hijos? ¿Se te ocurrió?
-¿Mi marido? ¿Le vas a pegar esto a él?
Sonríe, solo sonríe, y no necesito respuesta. Tiene todo pensado.
-En el canal saben lo que descubrí. Te van a buscar a vos.
-Nena, mis coartadas son más fuertes que tus indicios. Y la justicia se caga en los indicios. Vos deberías saberlo mejor que nadie.
-¿Coartadas?
Y el tipo se larga a hablar. Dice quienes son sus testigos, y cómo será imposible probar que él estaba acá. Abunda en detalles, y en cada uno, siente un placer casi tangible. Cuando termina, levanta el arma y me apunta a la cabeza, sin dejar de sonreír.
-Pará, dejame mostrarte algo.
-¿Para qué? ¿No preferís morir con dignidad? ¿En serio pensás que postergar lo inevitable te va a servir para algo?
-No. Pero sí creo que es algo que te va a gustar. ¿O querés quedarte con la duda?
Asiente, y no pierdo un segundo. Me incorporo, y amago agarrar la bata para cubrirme. Con un gesto me niega el permiso, y sé que disfruta de mi humillación, aunque no importa. Vivir es lo único que cuenta.
Y son tantas las cosas que tienen que salir bien de ahora en más, tantos los detalles que pueden fallar, que mi confianza está en menos diez, pero detenerme es morir, y no quiero.
Mi computadora portátil está sobre la cama. Hago un paso, la tomo, y vuelvo al baño. La apoyo en la mesada, y la abro.
-Cuidado-me dice él- una tecla equivocada, y … Y nada, en realidad, si ya estás muerta.
Pero no me detengo, y tipeo la dirección de la página sin dudar. La imagen aparece en menos de cinco segundos. Y la imagen nos refleja a él y a mi, en mi baño, ahora.
Cuento con su sorpresa para ganar los segundos que necesito. El mira la escena, que nos tiene a él apuntándome, y a mí desnuda, los dos quietos. Yo miro el contador de visitas, que está en cero.
Veo como su gesto de ganador se transforma en uno de incredulidad, y luego en otro de pánico.
-¿Qué, qué es esto?
La eternidad la describiré, de ahora en más, como el momento en que el contador de visitas pasó de cero a uno. Cuando le respondí, algunos segundos después, el contador estaba en más de cien.
-Esto es una señal que sale de una de cinco cámaras web que acabo de poner en la casa, esperando que aparecieras. Y ese numerito que ves abajo, la gente que lo está viendo.
El contador va por mil trescientos, y sube en progresión geométrica a cada segundo. No todos los días se ve a la conductora de un noticiero, desnuda en un baño, siendo apuntada por un arma.
-Ah-dice él, que al fin parece entender-Es esto del Twitter, ¿no?
Los teléfonos han empezado a sonar, el fijo y el celular, y en la computadora se empiezan a abrir ventanas que anuncian la llegada de mails. Pero nada me tranquiliza tanto como el sonido de un auto que se detiene en la puerta de la casa, y el reflejo proveniente de la luz de una sirena, que entra por la ventana del baño.
-Y eso que está llegando, debe ser la policía, alertada por la gente del canal.
El gesto ha cambiado nuevamente, y para mi sorpresa, esta vez es casi de serenidad.
-¿O sea que se acabó?
Asiento, sin decir una palabra.
-Te felicito. Sos menos estúpida de lo que pensaba. Ahora, si me disculpás, me gustaría quedarme solo.
Salgo del baño despacio, esperando el tiro, pero este no llega. Nunca. Sí el golpe de la puerta que se cierra tras de mí.
Y menos de cinco segundos después, sí, el disparo. Y el sonido de su cuerpo al desplomarse en el piso.
Nunca más volví a esa casa.
Simplemente genial ! sos un grande :)
ResponderEliminarUfa y quien es él?
ResponderEliminarufff me borró todo el comentario!!! empiezo de nuevo.
ResponderEliminarme atrapó el suspenso generado en los relatos, sólo me quedaron 2 dudas, el "asesino" quedó libre o no se lo juzgó por falta de pruebas y la otra, como sabe él que a ella no la dejaron presentar su teoría en el canal?
bueno, en otro momento sigo con la lectura! gracias por compartirla!
Me cuesta un monton comentar. Sera que escribis tan bien que me siento un poco idiota escribiendo un "te felicito" o "excelente, me atrapo desde la primer palabra", pero por mas que de vueltas y trate de ponerte algo distinto no me sale.
ResponderEliminarMis felicitaciones y sepa que lo leo cada vez que escribe algo nuevo.
Me encantó este capítulo.
ResponderEliminarValió la pena correr el riesgo. La verdad salió a la luz no de la manera pensada, pero así lo hizo. Ella y su obsesión pueden estar tranquilas.
Todo el orgullo y la soberbia se fueron junto con la dignidad en ese disparo.
Excelente, Nippur.
Un gusto leer
Como hubieran hecho en otras épocas? Filmar "Psicosis"?
ResponderEliminarAtte/
PD: Bien el tono y la tensión...