Puedo vender. Lo que sea, a quien sea, y cómo sea. Lo único que necesito es que mi cliente, tenga algo con qué pagar, y hasta para eso soy bueno, también sé contar costillas.
Desde chico, y viendo dibujitos animados, aprendí que las fortunas están hechas de monedas. Viendo el amor del Tío Rico por cada uno de sus centavos, mientras nadaba en profundos mares de oro, me di cuenta de que no se llega a diez sin tener uno, y basé mi filosofía de vida en eso.
Mi negocio es la salud, o su ausencia. Voy por lugares inmundos, que primero olvidó Dios, y luego el estado, y en cómodas e irrisorias cuotas, garantizo medicina del siglo XXII, a gente que todavía no llegó al 1800. Y pagan.
He tenido algún que otro contratiempo, moviéndome en estos sitios marginales, pero casualmente no fue en uno de estos barrios del conurbano donde el golpe me sorprendió, sino en pleno microcentro, a la salida de la empresa, y en plena cara.
La trompada vino de la nada, y me hizo rebotar contra una de las paredes del edificio. El chorro de sangre pareció explosión, y por un segundo pensé que era una bomba lo que había explotado.
-Vos, vos sos el hijo de puta que nos vendió el plan.
Los guardias del edificio salieron antes de que me alcanzara el segundo golpe, y se tiraron encima del tipo que no paraba de insultarme ni para tomar aire.
El encargado de reclamos de la empresa me contaba la historia, mientras el médico trataba de que yo dejara de sangrar.
-Un inadaptado, che. Se queja de que al hijo no lo atienden, y ni siquiera leyó bien la póliza. Riesgos no cubiertos.
El tema no era nuevo, y ni siquiera me sorprendió. No me acordaba de haberle vendido nada al tipo que me pegó, pero sin duda lo había hecho, sin duda había tenido algún tipo de problema, y sin duda la empresa no lo cubría. Sin duda.
-¿Y el pibe, qué tiene?-le pregunté al de reclamos.
-Una insuficiencia cardíaca. Necesita drogas carísimas, y un trasplante. Cuando le dije que no podíamos ayudarlo se puso como loco. Tuviste la mala suerte de cruzarte con él. Pero quedate tranquilo, de acá va derecho a la cárcel. Y se la vamos a seguir a muerte.
Esto que cuento sucedió hace casi dos meses, y a esta altura, estoy segurísimo de que el padre sigue en la cárcel, y el chico está muerto. Y lo lamento, lo lamento muchísimo, aún por sobre todas las cosas que me están tocando vivir (o morir), a mí.
Porque el sangrado de mi nariz no se detuvo, y fue el prólogo de una temporada de vómitos prolongados, mechados con estados de letargo, agitación, confusión, aturdimiento y hasta inconsciencia.
Todo esto fue diagnosticado por el médico de la empresa como “consecuencias leves y posibles de un trauma, sin complicaciones a largo plazo”, y al día de hoy, internado en el Hospital Argerich, estoy desahuciado. Así nomás.
Me explican que los síntomas eran claros, y que con los cuidados adecuados, las cosas que ahora me están matando, hubieran podido frenarse, y algunas, hasta revertirse. Que el golpe fue un aviso providencial, que descubrió esta enfermedad que ahora es terminal, y que la mala praxis es tan evidente, que los médicos que me atendieron, y la empresa para la cual trabaja (la misma para la cual trabajaba yo), es responsable de una mala praxis tan grosera que es criminal. O sea, nada que yo no sepa.
Y hay algo de justicia poética en todo esto, aunque no es eso lo que me preocupa en este momento, sino aquella frase que escuché alguna vez, y que en mi estúpida soberbia, olvidé: “No hay que comprar lo que uno vende”.
muy bueno! jajajajaja mucha verdad en el final!
ResponderEliminarOjo x Ojo!
ResponderEliminarLos dealers saben que la merca es solo para vender...
Atte/
Muy bueno. Entré de casualidad a releer anteriores textos y me encontré con uno de hoy.
ResponderEliminarDesde que te conozco has sido tantas cosas, que nunca paro de sorprenderme. Y disfrutar. Saludos
PD: a veces pienso que puede ser dudoso recibir tantos elogios (hablo de mí hacia vos), pero en verdad nunca leí algo que llegara (ni siquiera) al nivel de "no me convence"
Probó de su propia medicina o veneno ... como lo quieras poner.
ResponderEliminar2Teclas se transformó en un escape, sin lugar a dudas.
Gracias, Marcos
Impresionante.
ResponderEliminar"No hay que comprar lo que te quieren vender" es mi lema.
ResponderEliminarComo siempre, Simplemente genial.
ja! de su propia medicina. Me encantó. Gracias por publicar Marcos, gracias. Está buenísimo leer las cosas que escribís. Abrazo gigante.
ResponderEliminarkarma, dicen los japoneses
ResponderEliminarque es una simple manera de decir a todos nos toca
solo que algunos prueban la ironia del asunto
genial!
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