Continuación de Querida Mariana.
-Llevate mi auto – me dijo Inés, antes de caer desmayada por el vodka.
Yo no estaba muy convencida, pero estábamos en Tigre y al día siguiente me tenía que levantar temprano.
El Audi tenía un olor a nuevo que mareaba, y Arjona sonaba con tanta nitidez, que pensé que era al lado mío donde lo estaban matando. Tuve que apagar la radio de un manotazo. Fue Nicolás, el que me enseñó a odiarlo. Quizás la única cosa buena que hizo.
Nicolás fue mi novio, hasta la noche en que lo encontré en bolas con mi hermana. No estoy orgullosa de lo que pasó después, pero creo haberlo superado. Por lo menos, ya no siento tanta rabia, y la violencia que me genera la frase “no pasó nada”, es cada vez menos física.
Flotaba por Lugones sintiéndome Luke Skywalker en el autito ese que vuela, en La Guerra de las Galaxias, cuando un imbécil, de la nada, me tiró una camioneta encima, obligándome a detenerme.
-¡Pelotudo! –le dije, mientras agradecía no haber chocado, lo que hubiera significado seis de mis sueldos en un chapista.
No le debe haber caído bien, porque se bajó con una pistola en la mano. Sus dos amiguitos también estaban armados. Antes de que me hubiera dado cuenta, ya éramos cuatro en el auto.
-¿Cómo te llamás? –me preguntó el que había cantado “copiloto”.
-Mariana, ¿y vos? –no quise hacerme la estúpida, pero me sale naturalmente cuando estoy nerviosa. Y estaba nerviosa.
Por alguna razón no le cayó mal mi respuesta (aunque no me contestó), y empezamos así una rutina que parecían tener más ensayada que disculpa de hombre infiel. Me sentí la actriz invitada en una compañía de actores que llevaban años juntos.
Después de dos cajeros, lo único que me quedaba era la duda de cómo hacer para pagar la Visa, que como un tren se vendría en unos días.
Se sorprendieron de que no tuviera más, pero cuando les expliqué que la hija de papá era la borracha de mi amiga Inés, y no yo, me entendieron. No que les variara lo más mínimo su desesperación por sacarme todo lo que tenía.
-Llevanos a tu casa.
Dudé por primera vez en la noche, y para quien no sepa de qué estoy hablando, es algo así como tratar de elegir entre un tiro en la cabeza, en plena calle, y una violación grupal en tu departamento. Más que cómo, es exactamente eso.
-Tranquila, nena. Somos profesionales.
Lo dijo de una forma tan convincente, y con la pistola tan cerca de mi cabeza, que no me quedó otra que creerle.
Me temblaban tanto las manos, que fue una suerte que fueran caballeros, y decidieran abrir la puerta del departamento ellos mismos.
En segundos cargaron la notebook, máquina de fotos digital, el LCD (era nuevísimo), y hasta los dos mil dólares que con tanto esfuerzo sabía habían sido ahorrados. Y una botella de cerveza que había en la heladera.
-Nena, ahora nos vamos a ir –me dijo el que hablaba siempre, y pensé que la sensación de alivio iba a hacer que me meara encima – Vos te quedás acá media hora. Y después, nuestras caras no las viste nunca. ¿Estamos?
Usé cinco de esos treinta minutos para escribir esta carta, que prolijamente acomodé en la repisa de entrada, antes de dejar el departamento de Nicolás.
"Querido" Nicolás,
Seguís siendo un hijo de puta, y a esta hora debés estar revolcándote con alguna de tus perras por ahí. Lo único que lamento es que no estuvieras acá, para que te fajaran un poco.
Saludos,
Mariana.
Me di cuenta de que en una cosa sí me había equivocado. Todavía tenía rabia. Mucha.
Ver La Cola
Muy buen relato de cómo algunos resentimientos nunca terminan de morir. Cuando creímos que los matamos, la luz roja en el ojo del Terminator se prende una y otra vez.
ResponderEliminarAy! Esas teclas, que derraman talento como oro &
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ResponderEliminares una historia real esto? o un cuentito para mandar por mail tipo fw?
ResponderEliminarLas segundas partes nunca son buenas. Pero siempre hay una excepción que confirma la regla.
ResponderEliminar"Querida Mariana" se merecía una segunda parte así.
Che, me quedó una duda pero no es del cuento, es de los comments: el comentario de Agustin es en joda, ¿no?
ResponderEliminarQuerido Marcos, Varias veces me pregunto cuantas Marianas habrá habido en su vida.
ResponderEliminarEs ud, un gran conocedor de la rabia femenina.
Sin dudas sería yo capaz de pergeñar similares aunque no sería capz de conjugarlas de esa manera en un relato tan interesante.
Salud!
Hasta la próxima
Clʚϊɞ
Para no variar... una delicia.
ResponderEliminarSoy grosso, nippur...
ResponderEliminarAunque haya cerrado la cuenta, te sigo leyendo.
Un abrazo.
Pitufo
chremendo.
ResponderEliminar¿Y quién pensó que ibamos a saber algo más de la querida Mariana? Yo por lo menos no y eso está buenísimo. Linda sorpresa.
ResponderEliminarLeer las dos campanas de la historia es grnial. A veces no todo es lo que parece.
Y cómo son las cosas que si voy al comentario de lo que me produjo "Querida Mariana" sería digno de eliminarlo, pero no, esa es la magia del momento en que uno se sienta, lee y lo expresa.
Hoy entiendo a Mariana y dejó de ser jodida.
Gracias por la cantidad de personajes que quedan en mi cabeza y me arrancan alguna mueca al ser recordardos
Abrazo, genio!
Excelente relato, un placer leerlo :)
ResponderEliminarGeniaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaal, leí el "querida mariana" en un oblogo que me acercaron la semana pasada y me encantó. Buenísima la segunda parte. Más que merecido el premio!
ResponderEliminarMis felicitaciones EXCELENTE historia y forma de narrar.
ResponderEliminarMe encantó, de veras, seguiré leyendo.
Saludos!
che, me encanto tu cuento jajaj lo lei de una revistita q me dieron en un festival,, si fue inventado sos excelente relatora, y si fue cierto sos una verdadera hdp jajajjajaja
ResponderEliminarSuerte
excelente relato, me encantó tu final inesperado!!
ResponderEliminarGenial....La vida siempre da revancha, sólo hay que saber aprovecharlas.
ResponderEliminarSimplemente extraordinario. Me encanta la literatura que se vale de recursos tan sencillos para sorprendernos en la más apacible rutina ¡Merecido premio, felicitaciones!
ResponderEliminarHola! Me parece excelente este cuento. Querría contactarme con vos. No se como hacerlo, así que te dejo mi mail: marcelolavagna@gmail.com
ResponderEliminarMuchas Gracias!!! Espero noticias tuyas. Abrazos, Marcelo. de www.historiassonoras.com.ar
Ayer leí este cuento en Oblogo y me encantó, al entrar acá me entero que hay una primera parte, así que ya me lo voy a poner a leer!
ResponderEliminarNo se si lo sabias, pero este cuento lo leyó Pergolino a principios de 2012 en su programa de radio.
ResponderEliminarMuy bueno! No sabia que era tuyo
Muy bueno loco!!!!!
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