jueves, 7 de octubre de 2010

Te Sigo. Capítulo 3. Me Seguís

Una de las peores cosas de ser policía son los llamados a las cuatro de la mañana, y más aún si tenés familia. Tu esposa se despierta antes que vos y si no llora cuando te vas es porque ya está cansada de hacerlo. Cuando el madrugón es para identificar un cadáver, la cosa es todavía más difícil. Si el cadáver es el de tu hermano es peor, mucho peor.

Tengo que apoyarme en un auto para no caerme, y el agente lo percibe.

-Señor, ¿está bien?

No le contesto, por supuesto. Demostrar debilidad frente a un subordinado es el primer paso hacia la vergüenza. Me arrodillo junto al cuerpo de Carlos. Veinticinco años. Mi hermano menor. Le acaricio la cara y casi me parece verlo sonreír. Un revólver está tirado a dos metros del lugar donde el yace muerto, y la culpa me sacude. Es un regalo mío.

-¿Quién lo encontró?

-Un llamado a la comisaría, hace alrededor de una hora. Anónimo.

No hay ambulancia, y si el disparo no fuera en la cabeza probablemente hubiera muerto igual. ¿Qué carajo pasa con las ambulancias en este país?

Lo acaricio por última vez y me pongo de pie. Acabo de decidir que no será un juez quien encierre al hijo de puta que lo mató. Ni un juez el que lo deje ir después de diez años. No. Esta vez no. Pero para eso tengo que actuar rápido, y no hay mejor momento que el ahora.

Olivos a esta hora está tan muerto como mi hermano, y es la mejor forma de averiguar las cosas.

La gente de la policía científica ha llegado y hay fajas por todo el lugar. Una pérdida de tiempo y recursos. La verdad no está ahí. Mientras ellos tratan de tomar huellas dactilares que no existen y miden ángulos cuyo significado es puramente teórico, me alejo del lugar.

Camino contra el sentido del tráfico, ahora inexistente, hacia la estación. A una cuadra veo lo que necesito. Un linyera trata de esconderse en el zaguán de una rotisería cerrada. Las primeras respuestas no están lejos.

El procedimiento sería interrogarlo con el respeto que todo ser humano merece, y convencerlo de las bondades de decir la verdad. La sociedad depende de que cada uno de sus miembros se ayude, y su cooperación será apreciada por la comunidad toda. Lo levanto y lo escondo en el zaguán. A la segunda trompada tengo que pedirle que hable más despacio.

-No sé, no vi nada. Escuché un grito de una mujer, un disparo, y después un hombre pasó caminando tranquilamente por acá, y se subió a un auto en la esquina. Le juro que no vi nada más. Por favor, no me pegue más.

-Buscate otra esquina – le digo, mientras le tiro un billete de cien pesos. Este tipo no será testigo de un juicio que no exista.

Lo que sigue es todavía más fácil. Hay una farmacia en la esquina opuesta a donde estaba el auto del tipo que mató a mi hermano, y gracias a Dios, una cámara. La farmacia está cerrada, pero veo que está integrada a una casa. Veinte minutos después el dueño de la farmacia ha despertado, cooperado y entregado la grabación de la cámara. Marca, color y patente del coche están grabadas a fuego en mi memoria.

Todas las llamadas de la radio quedan grabadas en un disco rígido, así que no la utilizo para llamar a la seccional. Mi celular también implica ciertos riesgos, pero menores. El operador tarda menos de diez minutos en brindarme la dirección de una casa en el barrio de Colegiales, ciudad de Buenos Aires.

Cuando cruzo la Avenida General Paz dejo formalmente de tener jurisdicción para actuar como policía, pero ya he decidido dejar de serlo por esta noche.

A las seis y media de la mañana me encuentro en Colegiales, frente a una casa de dos plantas, antigua pero bien conservada.

Tengo la sangre caliente pero no puedo simplemente entrar y matar al tipo. Pienso en mi hermano, pero también en mi esposa y en mis hijos. El tipo se va a morir, dentro de muy poco, pero no voy a darle la satisfacción de ir preso por él.

A las siete y media se abre la puerta y sale una mujer con dos chicos que rondan los diez años. El niño quizás algo mayor, tal vez doce o trece. Agradezco no haber entrado a sangre y fuego. Nunca hubiera podido hacer fuego con un niño en el medio, y estoy seguro de que quien mató a mi hermano no tendrá esos pruritos. Sean o no sus hijos.

En el mismo momento, y antes que se cierre la puerta, una figura masculina se asoma y recoge el diario que está tirado junto a la puerta. Mi espalda se tensa y reconozco en él a la persona de la grabación. Estoy viendo al asesino de mi hermano mientras recoge el diario y vuelve a su casa, siguiendo la rutina de todos los días. El tipo levanta la cabeza y mira alrededor, como si buscara algo, con tranquilidad. Pienso que puede haberme visto pero descarto la idea, mi auto es similar a los del resto de la cuadra, y estoy bien agachado. No, no me vio.

Una hora después lo veo dejar su casa con un maletín en la mano, y subirse a ese auto cuyo modelo, color y patente coinciden con los de la grabación, arrancar despacio y dar vuelta a la esquina. Ha ido a trabajar como si nada hubiera ocurrido.

A esta altura ya tengo toda la información que necesito sobre el tipo, y algo más. Algo que no esperaba encontrar.

El apellido me sonó conocido, y antes de que el sargento me leyera el resumen del caso por teléfono, ya había recordado todo. Carolina Pérez, Carito para sus amigos y familiares, dieciséis, encontrada a diez cuadras de la estación de Colegiales, en marzo del año pasado. Violada y por supuesto muerta. Ignacio Pérez, su padre, el asesino de mi hermano.

Recuerdo también las noticias de la época, la aparición de los padres en todos y cada uno de los medios de comunicación, las marchas y la terrible tristeza del momento en que se constató su muerte. La ausencia de un culpable. Mi esposa lloró.

Ese dato le ha prolongado la vida a Pérez, y también me ha empujado a meterme en su casa, forzando la puerta. Veo un living pequeño pero ordenado, y un comedor con cinco sillas. Una de las cuales me pesa saber que no se usa todos los días. Veo fotos de los chicos, que tienen la edad de los míos, y de Carito soplando las velas de una torta de cumpleaños.

He matado antes, pero nunca como ahora me empieza a pesar la decisión. ¿Qué puede llevar a un tipo como este a matar a mi hermano? ¿Cómo puede la locura de perder un hijo convertir a un hombre común en un asesino?

El resto de la casa es normal, pero hay una puerta, al lado de la cocina que me intriga. Está entreabierta, lo que me sorprende porque tiene una cerradura de seguridad, más otra electrónica. ¿Quién tiene ese tipo de protección y para qué? Y sobre todo, ¿por qué no lo usa?

Una escalera angosta me lleva hacia abajo, y cuando llego al interruptor de luz pierdo todo el aire de golpe. Las paredes están llenas de fotos de chicas, casi niñas, abusadas de forma atroz. Y hay una carpeta abierta que con gráficos que entiendo a la velocidad de la luz. Una línea de tiempo marca las actividades de alguien identificado como @SoyTrini, y otra la de alguien llamado @Kampeon69. Las líneas se cruzan en un calendario, y la fecha es la de ayer. La “declaración” que el linyera me dio en el zaguán completa el escenario que necesito, y me doy cuenta de que Pérez no es lo que parece.

Veo cada dato y entiendo a Pérez como si fuera parte mía. Todo coincide, todo, y los agujeros que aparecen, los lleno yo con el conocimiento que tengo, que tenía, de mi hermano.

Algunos episodios de violencia me vienen a la mente como latigazos. Mi madre, quejándose de una bofetada de mi hermano; un llamado de alguna novia suya pidiendo mi protección, a las doce de la noche. La madre de su hijo, de tres años, oponiéndose con fiereza a un régimen de visitas.

Hay algunos hechos más, pero a esta altura yo estoy sentado en la silla de Pérez, con la cabeza entre mis manos. No sé cuánto tiempo transcurre, pero cuando me recupero, Pérez está delante mío con un arma en la mano. Entiendo de golpe que sí, que me vio al buscar el diario, y que cualquiera de estas computadoras que tiene le dijeron con precisión quien soy, y quien era mi hermano. Y la razón de que la puerta del sótano estuviera abierta.

-Sos hermano de Kampeón- me dice sin ningún rencor en la voz.

-Carlos. Se llamaba Carlos.

-No quise matarlo, ¿sabés? Tenía un revólver.

Un revólver. Mi revólver. El regalo que lo mató, porque no tengo duda que sin eso él estaría aún vivo. Asiento, sabiendo que jamás saldré de ese sótano. No con vida. Y lo que es aún peor, sabiendo que el Pérez tuvo razón. Mi hermano, con lo que lo quise, era un hijo de puta con todas las letras. Nunca lo supe ver, y ahora ya es tarde.

La idea de suplicar se me pasa por la cabeza pero la descarto de plano. Este es un tipo decidido. Ha hecho lo que tenía que hacer para vengar a su hija, y hará aún más por proteger a su familia. Miro el caño del arma a centímetros de mi cabeza y me resigno.

-Vos tenés hijos. Y no hiciste nada. Esto es mi culpa.- me dice con firmeza, y mirándome a los ojos.

Pérez gira el revólver y lo apoya en la mesa. Pone sus manos al costado, completamente vencido. Se está entregando.

Me levanto y sin un gesto, sin un sonido, dejo la habitación del dolor a mi espalda. No tengo miedo de Pérez, ni rencor.

Recién cuando me siento en el auto veo que no será fácil lo que viene, y empiezo a llorar por mi hermano perdido. Perdido hace más años de los que quiero recordar.

Nunca volví a saber de Pérez.

19 comentarios:

  1. Excelente y mas por ser el 2do de lo que ya espero sea una "saga".. ja muy bueno..

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  2. Impresionante Nippur, cada dia me deja mas frio este relato

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  3. Me encantó Nippur... creador de adicciones. Quiero ver publicada una novela tuya =)
    Besotes
    Ivana

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  4. Con 2 teclas vas tocando excelente melodías, que nos hacen bailar el corazón

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  5. Genial, simplemente genial

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  6. Me sorprendió! Bueno en serio.
    Hay aspectos de la historia que son bien omitidos y permiten al lector hacer correr su imaginación. Gracias por compartirlo.

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  7. Como siempre digo:- Leo la primera parte y guardo el final para el viaje de regreso a casa....Y como siempre, no aguanto la intriga y leo todo de un suspiro y SIEMPRE, SIEMPRE quedo con ganas de mas!!!
    Me encantan los cuentos(será por esto de no manejar la ansiedad) es el género que mas me gusta leer y me enamoran los suyos....

    Ceci(Wincita)

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  8. estimado, excelente grado de síntesis. genial la historia.

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  9. Exelente!!! clap clap clap!!! dos pulgares para arriba!

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  10. La forma que relatas es como si estuviera viendo una pelicula, me impacta el movimiento que le das al cuento, si bien sabes que los thrillers no son mis preferidos, pero es impresionante la imaginacion que tenes ,que logras llevar al lector al lugar menos esperado , te lo dije el Hitchcock de twitter, tenes algo muy especial y espero que sigas dedicandote y quien te dice nos encontramos con un guion algun dia, pero mas alla de las expectativas o no, generas en tus cuentos , suspenso, cuestionamientos y asombro,,,que mas se puede pedir ? excelente !

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  11. A mi no me jodes: se muy bien que sos el especimen que clonamos mesclando ADN de Borgues y Allan Poe que se nos escapo hace un par de años. Ya te vamos a encontrar...

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  12. Por fin la gente va movilizando sus hermosos dedos y la cosa es equitativa no?
    Me alegra que vayas recibiendo lo que merecés, por el buen escritor que sos.
    Después de Silvia, poco me queda por decir seguro. Fue bueno ese.
    Qué tonta fui por no creer que "Te Sigo" podía tener continuación, dicen que las segundas partes nunca son buenas o no como las primeras, GRACIAS POR ROMPER ESA REGLA, nene!
    Me gustó mucho, pero por sobre todo el remate, cuando al flaco le cae la ficha de lo hijo de puta que era el hermano. Debe ser escalofriante tener algo frente a tus ojos durante muchos años y no notarlo. Será que se siente fracaso, decepción ? No sé ... espero no me pase!
    Y el final es más que nada real, quién no sería Perez si tocan a un ser querido? Creo que también compraría un arma y descargaría sin problema. No es la idea capaz, no es lo correcto, no es un montón de cosas, pero nadie te devuelve tu pérdida y en Argentina la justicia tarda en llegar ... muchísimo. (No se por que me voy a la realidad al toque, será que vos me provocás ese efecto o soy un desastre yo? Pensalo.)

    DIEZ ESTRELLAS y me quedo corta! A mover fichas, yaaaaaaaaa!

    Beso!

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  13. EXCELENTE! leo todo aunque no siempre te comento, este me fascinó, fui tonta y tampoco leí "te sigo" primero.

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  14. Por el éxito, ¡chin chin!
    (Le debo a Casiopea mi retorno)

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  15. Tengo la piel, toda, entera, de gallina

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  16. Sin palabras.Perfecto.Tienes una gran facilidad de palabra y un estilo liviano,no como toda esa literatura (novela,cuento,relato...)que se torna tan densa y pesada que a la tercera línea decides abandonar su lectura.

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  17. Escalofríos... Excelente narración. Y todavía me faltan capítulos. Éxitos.

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  18. Flaco, sos increíble. No sólo me has hecho reir con las historia de Mariana y Nicolás, sino que me has dejado con la piel de gallina con esta saga que no pienzo abandonar hasta que vos la abandones primero.

    Te hubique de casualidad por la revista Oblogo. Puede que sea tarde, pero te felicito por el premio que te dieron. Realmente, te lo mereces. Ojalá haya sido algo útil y no un diplomita o una estatua de bronce. Saludos.

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